Puede suceder en cualquier intercambio personal: el maltrato gratuito, el ataque sin motivos, la ironia hiriente… Hay técnicas especificas para sobrevivir a las agresiones verbales. Y ahorrarse la mala sangre.
Para que estos ataques no hieran, existen algunas técnicas que – como en el judo o el aikido – disuelven la agresión o hacen que irradie su fuerza en contra de quien los emitió. Arte marcial de las palabras.
Las agresiones verbales no tienen nada que ver con la discusión enriquecedora ni con la argumentación que favorece el intercambio de ideas. Se trata de ofensas y ataques a la persona que tienen su origen en celos, mal humor o simplemente en la arrogancia de quien los emite.
Primeros auxilios
La primera medida para sobrevivir a los ataques verbales es crear una barrera autodefensiva, constituida sobre la certeza de que las agresiones son generalmente expresión de un problema del otro:
Mal humor, desgano, broncas, etc. Si se rebaja, invitará a los demás a que lo pisen. La falta de autoridad que a veces se ve incluso en la postura corporal (encorvado , tembloroso y con la mirada baja) atrae burlas y comentarios hirientes. El escudo antiagresiones empieza por el cuidade de su actitud externa: espalda derecha, caminar seguro, mirada dirigida a los ojos de su interlocutor. Si se queda atónito, puede echar mano a algunos elementos:
1 – Respire hondo. Se necesita oxígeno para pensar claramente.
2 – Guarde distancia.
3 – No busque una respuesta ingeniosa y veloz. Tómese el tiempo para pensar. El atacante está esperando su reacción. Manténgalo en ascuas. La primera respuesta es el silencio. Existen también, respuestas corporales guiñar un ojo o sonreír con complicidad son estrategias que permiten ganar sin pelear.
Esquivar e devolver
Si elige hablar una táctica posible es cambiar de tema. Y cuanto más banal sea el comentario, más efectivo. Si el agresor reclama, puede responderle que hay cosas mejores de que ocuparse. También se puede neutralizar el comentario: «Ya veo» y «No se me había ocurrido» son frases que no demandan energía y disuelven la agresión.
Cuando hay una agresión desmedida, una de las formas de neutralizarla es hacer un diagnóstico del agresor. Poner un espejo para que este se refleje. Por ejemplo, si alguién dice: «Sos un imbécil», el espejo dice: » Qué enojado estás». En lugar de recibir la agresión, cómo el eje de la conversación.
A veces, es importante ofenderse para mostrar al otro que tienen límites. Exigir una disculpa, por ejemplo, es ponerse en un lugar de autoridad y respeto. También implica tomar el mando del diálogo: ubicar el eje de la conversación en su sitio, desestimando explícitamente los comentarios irónicos y los ataques gratuitos. En este caso es importante evitar usar el mismo tono que el interlocutor, cuidar la calidad de las palabras, lo que demostrará dominio en el arte de hablar.
Giordano Bruno
DIRECTOR
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